EDITORIAL DE PRENSA OBRERA 1377
Arrancamos la campaña electoral
POR GABRIEL SOLANO
El resultado de las Paso arroja que los ‘tres jinetes del ajuste’ lograron el 93% de los votos; con Stolbizer éstos se estiran al 96%. A simple vista, el panorama político hacia octubre se encuentra monopolizado por los partidos patronales -o sea por sus agendas políticas. Las Paso establecieron un orden de prelación de las candidaturas y de los matices entre esas agendas. Aunque la fórmula bicéfala Scioli-Zannini ocupa la ‘pole position’, debería evitar el ballotage. Del lado de la oposición, todavía se baraja si una unidad entre Macri y Massa es conveniente.
Para salvar los obstáculos legales a una fórmula común, se ha sugerido que Massa se baje de la presidencial y Vidal de la provincia, para hacer una alianza de hecho a través de Macri, por un lado, y Felipe Solá, por el otro. En La Nación, Morales Solá condicionó un acuerdo opositor a lo que surja de las encuestas en tres semanas, aunque si anuncian el 45% para Scioli se agotan las especulaciones que hoy abundan en todas las direcciones. El escrutinio definitivo está agregando algún punto al motonauta. Fuera de la ‘troika’, el Frente de Izquierda tendría posibilidades de duplicar los votos de 2011, algo que es difícil que ocurra con Stolbizer, porque demostró poco envión en las primarias, a pesar de la manija mediática que recibió.
El macrismo hizo una buena elección, especialmente en el interior provincial, donde se refuerza el reclamo de la cadena agraria en favor de una devaluación del peso y de la eliminación de retenciones.
Las divergencias aparecen en cuanto a las modalidades aunque, a la hora de los bifes, el ‘mercado’ puede llevarse a todas puestas - como se perfila en Brasil. A la hora de justificar las suspensiones y despidos en las grandes industrias, las patronales recitan a los trabajadores que solamente una devaluación devolvería los empleos. La devaluación, sin embargo, sólo promete una profundización de la crisis, porque la lluvia de dólares que anuncia podría ser un espejismo. El Financial Times del miércoles informa que la salida de dólares (no la entrada) de los ‘emergentes’ alcanzó el billón de dólares en tres trimestres. Algún financista doméstico aventuró una suba de la cotización de los títulos públicos, pero no un ingreso de divisas. La agenda capitalista nos zambulle en una pileta sin agua.
Es necesario presentar el planteo de un salario mínimo igual a la canasta familiar, terminar con la precarización laboral y el aumento del ciento por ciento del mínimo jubilatorio, como una defensa frente al ajuste. En oposición a la inflación que desataría la devaluación, plantear el ajuste de todos los haberes, apenas el costo de vida supere, digamos, el uno por ciento.
Enfrentamos las consecuencias de la devaluación con el reclamo de la indexación de salarios, planes sociales y jubilaciones, y el reparto de las horas de trabajo contra despidos y suspensiones. El ajuste plantea también el impuesto a la renta financiera y a la renta especulativa que deje la devaluación; un impuesto progresivo a los beneficios; la eliminación del impuesto al salario y a los consumos personales. Como una salida de conjunto a los desequilibrios capitalistas, plantearemos la nacionalización de la banca y del comercio exterior, la cancelación de la deuda pública con los capitalistas, la implementación de un plan económico basado en los intereses de los trabajadores. Las ilusiones en las posibilidades de una reactivación capitalista por medio de la devaluación y el pago normal de la deuda externa, chocarán enseguida con la realidad. Lo mismo ocurre con las promesas de ‘renovación’ política que prometen los diferentes candidatos, como vía para superar "la grieta" que habría creado el kirchnerismo de un modo artificial o "la crisis de representación" en que habría sido sumida Argentina, esto sin relación con el impasse histórico del capitalismo y la crisis mundial. El Partido Obrero hará campaña por la victoria de todas las listas nacionales del Frente de Izquierda (presidencia, parlamento, concejos, Parlasur) con un eje obrero y socialista.
El resultado del Frente de Izquierda, un 3,3% en la categoría presidencial, tiene un alcance que supera el porcentaje, porque ha reforzado la visualización de la izquierda revolucionaria como uno de los polos políticos en Argentina -el polo anticapitalista, el polo obrero y socialista.
Esto se ve con mayor nitidez en las categorías parlamentarias en numerosas provincias y en varias capitales de provincias. El "ascenso de la izquierda" ha quedado confirmado en el plano de la política electoral. Destacamos la necesidad de una lucha prioritaria por aumentar nuestra representación legislativa y municipal, que tiene grandes posibilidades en la Ciudad, en la provincia de Buenos Aires, en Córdoba y en Mendoza -e, incluso, si se combinan las circunstancias políticas más favorables, en Salta y en Santa Fe. Convocamos a toda la militancia y a todos los luchadores, a conquistar estos objetivos.
La lucha por incrementar la votación del Frente de Izquierda de aquí a octubre, y para asegurar el ingreso de nuevos diputados, es una forma positiva de resolver la contradicción que existe entre la visión aún limitada que los trabajadores tienen del alcance de la crisis, por un lado, y el carácter histórico de la bancarrota actual. El desafío de proseguir este ascenso sigue en pie. Tenemos por delante un período de preparación política inmensa, que deberemos atravesar con un programa y un método adecuado.
Arrancamos la campaña electoral
POR GABRIEL SOLANO
El resultado de las Paso arroja que los ‘tres jinetes del ajuste’ lograron el 93% de los votos; con Stolbizer éstos se estiran al 96%. A simple vista, el panorama político hacia octubre se encuentra monopolizado por los partidos patronales -o sea por sus agendas políticas. Las Paso establecieron un orden de prelación de las candidaturas y de los matices entre esas agendas. Aunque la fórmula bicéfala Scioli-Zannini ocupa la ‘pole position’, debería evitar el ballotage. Del lado de la oposición, todavía se baraja si una unidad entre Macri y Massa es conveniente.
Para salvar los obstáculos legales a una fórmula común, se ha sugerido que Massa se baje de la presidencial y Vidal de la provincia, para hacer una alianza de hecho a través de Macri, por un lado, y Felipe Solá, por el otro. En La Nación, Morales Solá condicionó un acuerdo opositor a lo que surja de las encuestas en tres semanas, aunque si anuncian el 45% para Scioli se agotan las especulaciones que hoy abundan en todas las direcciones. El escrutinio definitivo está agregando algún punto al motonauta. Fuera de la ‘troika’, el Frente de Izquierda tendría posibilidades de duplicar los votos de 2011, algo que es difícil que ocurra con Stolbizer, porque demostró poco envión en las primarias, a pesar de la manija mediática que recibió.
La provincia de Buenos AiresContrariamente a lo que se esperaba, el mayor punto de debilidad de Scioli estuvo en la provincia de Buenos Aires. En los municipios del conurbano bonaerense se combinó la guerra pejotista entre Aníbal Fernández y Domínguez-Espinoza, con la decadencia de los llamados ‘barones del conurbano’, muchos de los cuales han perdido las Paso del PJ o han quedado muy cerca de perder frente al macrismo en octubre. Por el momento, la sustitución de los ‘barones’ corre por cuenta de sectores punteriles de igual calaña. El kirchnerismo de izquierda y progre ha elegido la candidatura del pistolero Aníbal Fernández como trinchera para defender la ‘eternidad’ del cristinismo.
El macrismo hizo una buena elección, especialmente en el interior provincial, donde se refuerza el reclamo de la cadena agraria en favor de una devaluación del peso y de la eliminación de retenciones.
Agenda del capitalLa agenda que se impuso es la de la devaluación de la moneda, el levantamiento del cepo cambiario, el tarifazo y el ajuste.
Las divergencias aparecen en cuanto a las modalidades aunque, a la hora de los bifes, el ‘mercado’ puede llevarse a todas puestas - como se perfila en Brasil. A la hora de justificar las suspensiones y despidos en las grandes industrias, las patronales recitan a los trabajadores que solamente una devaluación devolvería los empleos. La devaluación, sin embargo, sólo promete una profundización de la crisis, porque la lluvia de dólares que anuncia podría ser un espejismo. El Financial Times del miércoles informa que la salida de dólares (no la entrada) de los ‘emergentes’ alcanzó el billón de dólares en tres trimestres. Algún financista doméstico aventuró una suba de la cotización de los títulos públicos, pero no un ingreso de divisas. La agenda capitalista nos zambulle en una pileta sin agua.
El Frente de IzquierdaLa campaña de la Lista Unidad del Frente de Izquierda hizo eje en la denuncia de esta agenda capitalista y en el llamado a poner en pie la agenda de los trabajadores. Una minoría activa de trabajadores y sectores de izquierda tomó este planteo con fuerza, porque sabe que su alcance supera los tiempos electorales. El debate de la devaluación, que nosotros pusimos en el primer plano cuando los oficialistas lo disimulaban, se ha convertido en la piedra de la polémica nacional. Los trabajadores y la situación política no han madurado al punto de oponer al ajuste una alternativa de poder, pero sí un programa transitorio de defensa de los derechos de la clase obrera frente a esta nueva salida confiscatoria del capital.
Es necesario presentar el planteo de un salario mínimo igual a la canasta familiar, terminar con la precarización laboral y el aumento del ciento por ciento del mínimo jubilatorio, como una defensa frente al ajuste. En oposición a la inflación que desataría la devaluación, plantear el ajuste de todos los haberes, apenas el costo de vida supere, digamos, el uno por ciento.
Enfrentamos las consecuencias de la devaluación con el reclamo de la indexación de salarios, planes sociales y jubilaciones, y el reparto de las horas de trabajo contra despidos y suspensiones. El ajuste plantea también el impuesto a la renta financiera y a la renta especulativa que deje la devaluación; un impuesto progresivo a los beneficios; la eliminación del impuesto al salario y a los consumos personales. Como una salida de conjunto a los desequilibrios capitalistas, plantearemos la nacionalización de la banca y del comercio exterior, la cancelación de la deuda pública con los capitalistas, la implementación de un plan económico basado en los intereses de los trabajadores. Las ilusiones en las posibilidades de una reactivación capitalista por medio de la devaluación y el pago normal de la deuda externa, chocarán enseguida con la realidad. Lo mismo ocurre con las promesas de ‘renovación’ política que prometen los diferentes candidatos, como vía para superar "la grieta" que habría creado el kirchnerismo de un modo artificial o "la crisis de representación" en que habría sido sumida Argentina, esto sin relación con el impasse histórico del capitalismo y la crisis mundial. El Partido Obrero hará campaña por la victoria de todas las listas nacionales del Frente de Izquierda (presidencia, parlamento, concejos, Parlasur) con un eje obrero y socialista.
El resultado del Frente de Izquierda, un 3,3% en la categoría presidencial, tiene un alcance que supera el porcentaje, porque ha reforzado la visualización de la izquierda revolucionaria como uno de los polos políticos en Argentina -el polo anticapitalista, el polo obrero y socialista.
Esto se ve con mayor nitidez en las categorías parlamentarias en numerosas provincias y en varias capitales de provincias. El "ascenso de la izquierda" ha quedado confirmado en el plano de la política electoral. Destacamos la necesidad de una lucha prioritaria por aumentar nuestra representación legislativa y municipal, que tiene grandes posibilidades en la Ciudad, en la provincia de Buenos Aires, en Córdoba y en Mendoza -e, incluso, si se combinan las circunstancias políticas más favorables, en Salta y en Santa Fe. Convocamos a toda la militancia y a todos los luchadores, a conquistar estos objetivos.
La lucha por incrementar la votación del Frente de Izquierda de aquí a octubre, y para asegurar el ingreso de nuevos diputados, es una forma positiva de resolver la contradicción que existe entre la visión aún limitada que los trabajadores tienen del alcance de la crisis, por un lado, y el carácter histórico de la bancarrota actual. El desafío de proseguir este ascenso sigue en pie. Tenemos por delante un período de preparación política inmensa, que deberemos atravesar con un programa y un método adecuado.
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