La Iglesia llama a estimular el diálogo y a pensar juntos un proyecto de país
Jueves 12 May 2016 | 11:12 am
Buenos Aires (AICA): La Conferencia Episcopal Argentina (CEA) presentó hoy el mensaje “Bicentenario de la Independencia. Tiempo para el encuentro fraterno de los argentinos”, una reflexión pastoral en la que comparte pensamientos para “estimular el diálogo” desde el hecho histórico de los 200 años del proceso independentista que dio origen a la Nación, e interpela a los argentinos “a pensar juntos qué país queremos ser”. A partir de la imagen de la Casa histórica de Tucumán, se plantean siete temas vinculados a la realidad política, económica y social del país, se advierte sobre los males de la corrupción, el narcotráfico y descuido de la casa común, y se hace especial hincapié en la educación.
La Conferencia Episcopal Argentina (CEA) presentó hoy el mensaje “Bicentenario de la Independencia. Tiempo para el encuentro fraterno de los argentinos”, en el que comparte pensamientos para “estimular el diálogo desde un hecho histórico que nos dio origen como Nación” e interpela a los argentinos “a pensar juntos qué país queremos ser”.
“No es un análisis sociológico ni teológico de la realidad. Se trata de una reflexión pastoral para dar gracias por el legado que nos dejaron nuestros mayores, interpretar nuestro presente a la luz de nuestra fe y decir una palabra esperanzadora, siempre iluminada por el Evangelio”, aclararon los obispos.
Asimismo, indicaron que busca “recrear el espíritu de la Asamblea de Tucumán de 2016 que “inspiró a los legisladores la virtud de abrir el futuro para una Argentina fraterna y solidaria, pacificada y reconciliada, condiciones capaces de crear una Nación para todos”.
Los obispos destacaron que “la imagen que recorre todo el documento es la de la Casa Histórica de Tucumán como metáfora de la casa común que es el país, la Patria. “La tierra donde nacimos es símbolo de los brazos de Dios que nos han acogido en este mundo, y el pueblo del que formamos parte es una trama que nos contiene, nos otorga una identidad y un sentido de pertenencia”, subrayaron.
El texto del mensaje está compuesto por una introducción y cinco capítulos: “Una justa y esperada reparación de la memoria” (capítulo 1); “Organizar la casa común” (capítulo 2), “Algunos males de la casa común” (capítulo 3), “Independencia y educación” (capítulo 4) y “Casas de encuentro” (capítulo 5). La reflexión se hace a partir de la imagen de una casa que, como la Casa Histórica de Tucumán, alberga “los deseos del pueblo con una mirada hacia el futuro”, aseguraron.
El primer capítulo es una reseña histórica sobre el “momento fundacional que estamos celebrando”. Se propone “volver la mirada sobre aquella primera generación de argentinos, que interpretando un creciente sentimiento de libertad de los pueblos a quienes representaban, asumieron la grave responsabilidad de encauzar los ideales americanistas”. Se recuerdan los debates por la forma de gobierno para el país, la presencia de numerosos clérigos como partícipes del Congreso y cómo la casa de Tucumán acogió a todos los sectores e intereses, incluso aquellos que no estuvieron directamente representados, como los indígenas.
El capítulo dos presenta siete temas vinculados a la realidad política, económica y social del país. Recoge el magisterio de la Iglesia local y universal sobre el sentido social de la democracia, la política, la noción de pueblo, integración de todos los sectores, generación de trabajo, federalismo, economías regionales, bien común y familia.
El capítulo tercero refleja algunos males que afectan a los valores sociales y a la vida íntegra de cada argentino y que son un atentado contra la casa común. El principal de nuestros males es el desencuentro que no nos deja reconocernos como hermanos, a lo que le sigue la corrupción generalizada, la plaga del narcotráfico y el descuido del medio ambiente. Estos son algunos ejemplos que muestran que la gran familia de los argentinos está en riesgo y que la casa que compartimos puede resquebrajarse. El mensaje hace aquí un análisis particular de estos tres males: corrupción, narcotráfico y descuido de la casa común.
El capítulo cuarto se centraliza en la educación. “La casa común que formamos todos los argentinos, simbolizada en la casa histórica de Tucumán, no se cuida y se construye sólo preservando el bienestar material de los ciudadanos, sino desarrollando un proceso educativo que, además de ofrecer información y capacitación, forme a los argentinos en valores, los haga capaces de reconocer sus fragilidades y desarrolle en cada uno las virtudes cívicas que conforman una red de compromisos estables.” En cinco puntos, se presentan algunas dimensiones y propuestas sobre educación proponiendo como acentos fundamentales: una educación humanista, una educación para forjar una cultura del trabajo y una educación para las virtudes cívicas propias del ciudadano, cualquiera sea su posición en la sociedad.
En el quinto capítulo se vuelve a expresar el sentido del documento, destacando las figuras de María Antonia de Paz y Figueroa (Mama Antula) y del Beato José Gabriel del Rosario Brochero, que serán proclamados por la Iglesia, beata y santo respectivamente. Se pone de manifiesto su tarea pastoral estrechamente unida a lo social. La metáfora de la casa común también lleva a pensar en los grandes Santuarios Marianos de todo el territorio nacional, lugares privilegiados del encuentro entre los hijos y la Virgen Madre. Bajo el manto y cuidado de Nuestra Señora de Luján, que recibe a todos los que la visitan sin hacer distinciones, “confiamos el destino de nuestra Nación”.+
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